domingo, 14 de abril de 2013

Algunas observaciones de ¡Oh! Natura



          El sábado 6 de abril de 2013 fui a ver y a escuchar por primera vez “¡Oh! Natura”, la obra de teatro más reciente escrita y dirigida por Sylvia Bofill.
          Sylvia es una dramaturga, directora y actriz puertorriqueña que forma parte de una generación de realizadores de teatro, entre los que se encuentran Rojo Robles, Joaquín Octavio, Javier Antonio González, José Pepe Álvarez, Mikephillippe Oliveras, el colectivo Y No Había Luz, Eyerí Cruz (yo mismo, jejejé) y much@s otr@s sumamente importantes que no he mencionado. Gente que se ha insertado junto a un grupo de maestr@s dadivos@s y extraordinari@s como Teresa Hernández, Petra Bravo, Viveca Vázquez, Rosa Luisa Márquez, Maritza Pérez Otero, Carola García, Pedro Adorno Irizarry, Karen Langevin, Dean Zayas, Idalia Pérez Garay y el grupo Malayerba, con los multiplicantes Arístides Vargas y Charo Francés, entre much@s otr@s que igual no he mencionado, pero son de suma importancia para la historia escénica puertorriqueña.
          Sylvia Bofill es toda una directora, dramaturga y actriz que ejerce ya un poder a través de su trabajo. Y consciente de que todo escrito crítico es una forma de hablar sobre mí mismo (como toda crítica lo es en relación a quien la ejerce) aquí van algunas observaciones sobre la obra.



          ¡Oh! Natura: Obra completa, en la medida en que se transmiten pensamientos contundentes en texto, forma, emociones y transfiguraciones. 
          A mi entender, el texto demuestra dominio dramatúrgico en las metáforas de los diálogos. En la forma de hablar de temas aparentemente inconexos a la trama, pero que al unirse unos con otros logran un tercer discurso y que sigue multiplicando. 
          Para mí, el texto es mucho más centralizado y convencional que trabajos anteriores de la dramaturga. En la medida en que, aunque existen diferentes tramas, todas están mucho más centralizadas en un conflicto aparente.
          Es una obra de mujeres y su observación hacia el elemento masculino que logra insertarse en el núcleo femenino de forma armoniosa o con una amenaza demasiado pequeña como para desarticularla. 

               He escuchado planteamientos de que la obra debía ser sólo de mujeres y que el elemento masculino estaba de sobra, pero difiero, pues considero que lo que hace distintivo este trabajo a otros de familias de mujeres (La Edad de la Ciruela entre muchos otros) es la relación que se crea entre las mujeres y ese ser al que se le prohibe asumir características del “personaje femenino” encerrado en esa casa llamada “posición social”. 
          La “familia Santillá” es el título al que debe encasillarse toda la familia, como igual lo es “mujer” u “hombre”. Betunia, la joven “protagonista” nos dice algo así como “me gustaría parecer un hombre para poder salir a la calle sin camisa, toda despechugá y además a los hombres se les escucha más”. Y el personaje de Pedro, precisamente por querer “parecer una mujer” termina siendo asesinado por ¿una golpiza, el rechazo materno, los prejuicios...?


          “La mente nos daña” Algo así nos dice Betunia una y otra vez. ¿Qué significa ser dos hermanos? ¿Por qué no transmitir el placer entre dos hermanos de sangre o entre dos hombres? ¿De qué se trata la naturaleza? ¿Y nuestra mente?



          La dirección escénica envuelve su propio discurso. Ésta se alejada sutilmente de lo tradicional. La escenografía está compuesta por una laaaaarga mesa que acentúa el distanciamiento entre los personajes y que a su vez demuestra el largo camino que nos ha alejado de la naturaleza. “La mente nos daña”.
          El telón negro de fondo también intenta ocultar lo evidente, que estamos en un teatro, algo que resulta, a propósito ridículo, pues ya al principio lo vimos y lo sabemos, como igual resulta ridículo prohibirnos asumir nuestra naturaleza. 
          Decisiones de texto y dirección juegan con metáforas que me voy a atrever interpretar subjetivamente, como el hecho de que (spoilers a la vista) al Pedro morir aparece un nuevo personaje: Osvaldo, pero éste es interpretado por el mismo actor de Pedro. Como si el joven no hubiera sido asesinado realmente y volviera a aparecer pero no es el mismo. Su actitud ha cambiado, incluso se llama diferente, tiene otra profesión, ya no es fotógrafo sino abogado y se comporta como se supone o es aceptado públicamente que se comporte un “hombre”. Entonces la muerte de Osvaldo pasa a ser una muerte metafórica. Una muerte que refleja realmente el asesinato interno de un joven que se ve obligado a asumir su “masculinidad” ...su coqueteo constante hacia todas las mujeres, ...su prepotencia. Pero el cuerpo es el mismo. Y no es hasta que la valentía de Betunia une fuerzas con Federico, el “hombre” que sí acepta libremente su lado “femenino”, que pueden, ambos, forzar que surja la verdad y con ésta la reivindicación de Pedro y su homosexualidad. Para entonces, una vez reivindicado, éste volver a surgir libremente. (El mismo cuerpo vuelve aparecer, pero ahora es asumiendo al personaje que había muerto o sido oprimido: Pedro)
          Todo se trata de personajes que se asumen, de roles. Quizás por eso los propios personajes nos narran las acotaciones, como evidenciando que “ya sabemos que estamos siguiendo un libreto” pero... 



          El vestuario, hermosamente diseñado por Freddie Mercado es muy eficaz en resaltar la personalidad de los personajes al mismo tiempo que logra, en su conjunto, una composición que resalta el punto en que el personaje masculino que asume su lado femenino: Federico, decide hacerle frente a la verdad.
          La obra, logra además insertarse en el momento histórico en el que se presenta, siendo una sobre la reflexión y sobre la libertad que debe existir para tod@s l@s seres, indistintamente a su orientación sexual, sexo, color, religión o realidad distinta, esa que hace de la existencia una maravilla.
          Sylvia también, a mi entender, ha sido fiel a su trabajo autoral, y un ejemplo de eso es el final de la obra. 
          Mientras pudo haber terminado con el resurgimiento de Pedro y con esto ganado los aplausos de pie de un público que se hubiera sentido guiado a un éxtasis de discurso, opta en cambio por extender la obra unas escenas más. Acentuando el aspecto personal de la pieza y la honestidad de una mujer-ser que nos habla de un entorno. 

          Magali Carrasquillo, Kisha Tikina Burgos, Yan Christian Collazo, Norwill Fragoso, Awilda Sterling Duprey y Mickey Negrón conforman el grupo de actores, que a mi parecer, cada uno, estuvo excelente, demostrando un fuerte compromiso escénico. Magali, descubriendo nuevas capas y haciendo más amplio un personaje que logra su profundidad gracias a la complejidad encontrada por la ejecutante. Kisha, transmitiendo todo un trabajo plástico, parecido a un cuadro de la historia del arte, a través de su corporalidad y gestos. Mickey, a través de ese ser que merece ser libre y que él sabe llevar a través de su trabajo y de este personaje. Magistral el apoderamiento de su personaje cuando decide rebelarse contra el que oprime. Awilda, trabajando la corporalidad desde el adentro, como si todo un baile de bomba pudiera ser expresado a través de los movimientos cotidianos de su Amaro, la nodriza, y donde se toca el aspecto racial. Yan logró ser complejo en el contraste de sus dos personajes (los mismos que en mi análisis subjetivo son sólo uno) mostrando la ternura del niño que quiere ser libre y el descaro brutal de quien ejerce poder sobre los otros desde su rol impuesto. (Sólo voy a decir que me masturbé una noche pensando en uno de ellos ;) jejejé) Y Norwill me transmitió ternura, la ser niña... me transportó a la niñez amplia desde su niñez, esa de su personaje, por lo que sólo puedo darle las gracias. 
          El equipo técnico y de producción lo completan Natalia Olivero Huffman, Rafael Trelles, Pepín Lugo, Marién Vélez, Talavera, Bonita Huffman y Entropía, Inc., Joan Allende, Luis Daniel Rivera Nazario, Migdalia Luz Barens Vera, Gilluis Fernando Pérez, Joa Tous, Pedro Peña y José M. Brotons del Teatro Victoria Espinosa. ¡En hora buena por tod@s!!!


          Formando ahora parte de un colectivo de cineastas y viendo como nuestra realidad de hacer con fuerza que la cinematografía puertorriqueña se levante con honestidad a dialogar con el mundo, agradezco profundamente a mis compañeros teatreros que igual se han levantado y seguimos levantando. A Sylvia Bofill y su extraordinario equipo de trabajo que nos han dado un regalo: ¡Muchísimas gracias!